De mi último libro Perón, el primer comunicador, de pronta edición:
Permiso pido señores
En 1911, cuando todavía era cadete del Colegio Militar, a la
salida de su adolescencia escribe un poema que llama “Permiso pido señores”. El texto original se encuentra en la Sala del Tesoro de la
Biblioteca Nacional que enriqueció su patrimonio con la compra de manuscritos
de autores consagrados y un poema gauchesco inédito de Perón. Como parte de un
lote de 9000 piezas adquiridas a los descendientes del editor editor Torres
Agüero, el organismo adquirió textos de los poetas Rubén Darío, Alfonsina
Storni, Olegario Víctor Andrade y Álvaro Melián Lafinur, escritos de su puño y
letra.
En el catálogo de la Biblioteca Nacional se pueden
constatar los siguientes datos: “Autógrafo,
firmado. Escrito en tinta negra, en papel. Consta de dos hojas de cuaderno
cuadriculadas de 210 x 170 mm. Se encuentra escrito en la hoja 1v y en ambos
lados de la hoja 2. En hoja 2v al pie firma manuscrita ‘Juan D. Perón. 1911’.
Compra Torres Agüero 19980611”:
-1- Permiso pido señores
y al silencio la atención
para esto se quiere gracia
la cual no la tengo yo.
Si las gracias se compraran
yo también las compraría
atiendan nobles señores
lo emprendado que anduve un día.
-2-
Yo tenía mi buen sombrero
que él copa no conocía
cuando no tenía pañuelo
de goliya me servía.
También tenía mi buena camisa
que era de salir a noviar
una tira por el cogote
y otra por el costillar.
-3-
También tenía mi buena bombacha
de rica bayeta blanca
que salía reculando
para que no me vieran el anca.
También tenía mi buen recado
que era de salir a pasear
y que un capitán de Bahía
me lo andaba por comprar.
-4- Tenía mi buen cojinillo
de cuero de carnero negro
mis buenos bastos —
formando bien el apero.
Tenía mi buen pretal
buena cincha y encimera
y unos estribos de palo
que no los usa cualquiera.
-5- Mi cincha no digamos
que cosa particular
del ancho de cuatro dedos
sin argolla y sin longear.
Yo tenía muchos caballos
que el mejor era un pícaro
tocaba la barba al pecho
del dolor del espinazo.
-6- Era lindo mi caballo
redondo como una bala
con una peladurita
de la cruz hasta la cola.
Hubo una vez una fiesta
y me mandaron convidar
como tenía buenas prendas
me hice de rogar.
-7- Y por no ser despreciativo
me puse a ensillar
y para la fiesta rumbié
pensando a ella llegar.
Cuando llegué a la fiesta
me convidaron a bajar
até mi pingazo solo
para poderlo mirar.
-8- Toda la gente miraba
y empezaban a secretear
diciendo sería un resero
que una tropa iba a comprar.
Y ahí me pusieron un banco
cerquita de una mujer
vino una rubia
con la guitarra
cante Ud. ha de saber.
-9- Y como no soy rogado
para hacerla mejor
empecé a cantar
una décima de amor.
Yo acabé de cantar
y ellos quedaron bailando
y
salí para afuera
como vivía vigilando.